La literatura reporta diferentes metodologías con numero variable de indicadores o criterios, presentándose en algunos casos deficiencias conceptuales al considerar que los componentes del sistema tienen características y respuestas similares de carácter lineal, es decir sin manifestar diferencias frente a la acción del disturbio. Los sistemas agropecuarios permanentemente son afectados en su estructura y función por perturbaciones de diferente origen tanto natural, como antrópico v.gr la ocurrencia de eventos climáticos adversos, políticas públicas, oscilaciones del mercado, organización comunitaria, papel de las instituciones, disponibilidad de información oportuna y de recursos económicos, logísticos, técnicos, administrativos o de infraestructura entre otros múltiples factores. Ante la ocurrencia de estos eventos, el sistema afectado responde interactuando en forma dinámica con el disturbio, mediante la propiedad emergente de los sistemas abiertos denominada resiliencia. Conceptualmente se consideran dos tipos de resiliencia: la natural, de carácter general está asociada al genoma y a la oferta ambiental; y la adquirida, de carácter específico se encuentra vinculada estrechamente a la naturaleza del disturbio. En las últimas décadas, este concepto, ha motivado el desarrollo de numerosas investigaciones científicas, debido a alta recurrencia e intensidad de eventos climáticos extremos, con evidentes efectos en las poblaciones más vulnerables, generando graves afectaciones en la salud, la productividad y fundamentalmente la seguridad alimentaria, causando severas hambrunas y desplazamientos forzados. Originalmente este concepto fue analizado por los ingenieros, al indicar como la capacidad que tienen algunos materiales de responder a la acción de fuerzas o tensiones. En los años cincuenta Werner y Smith la introdujeron a la psicología definiéndola como la capacidad que tienen los seres humanos de responder, adaptarse y aprender de las situaciones críticas. Resultados previos han podido evidenciar la pertinencia de la presente propuesta metodológica para conservar e inclusive aumentar la productividad de diferentes agroecosistemas tanto agrícolas, pecuarios o forestales. Teniendo en cuenta la anterior problemática planteada, se planteó como objetivo principal proponer a la comunidad científica internacional una alternativa metodológica para el análisis de la agrobiodiversidad denominada Índice de Resiliencia Agrooecosistémico (IRAg) corroborando la hipótesis planteada en el sentido que agroecosistemas con mayor agrobiodiversidad son más resilientes en escenarios de cambio y variabilidad climática.