El 23 de julio de 1972 se puso en órbita el primer satélite Landsat. Este satélite llevaba embarcado un innovador sensor para el estudio de la vegetación: el Multi-Spectral Scanner (MSS). Este sensor se basaba en un dispositivo desarrollado 3 años antes en los Laboratorios Bell: el dispositivo de carga acoplada (CCD). Se iniciaba así la “era digital” en el campo de la observación de la Tierra. A lo largo de este último medio siglo, el seguimiento de la cobertura vegetal ha sido una de las principales aplicaciones de la teledetección espacial.
Hoy día, los productos relacionados con la vegetación, procedentes de los satélites de observación de la Tierra, se encuentran entre los más utilizados. Basados en índices, que se obtienen de las imágenes, proporcionan mediciones clave sobre su productividad, su biodiversidad o su fenología, convirtiéndose en una herramienta indispensable en aplicaciones agrícolas y de gestión de recursos naturales. Gracias a estos satélites es posible una continua monitorización del estado y la salud del medio ambiente. Su importancia ha ido creciendo a lo largo de su medio siglo de vida debido, principalmente, al impacto del cambio climático global sobre los ecosistemas y la vida de las personas. La capacidad que proporcionan las imágenes de disponer, de manera inmediata, de datos históricos sobre la cobertura vegetal es una de las piedras angulares para comprender las amenazas climáticas y mitigar los efectos relacionados.
En estos cincuenta años, las imágenes de la superficie terrestre obtenidas por los satélites han ido mejorando en detalle (resolución espacial), en frecuencia de adquisición (resolución temporal), en regiones del espectro electromagnético (resolución espectral) y en rango dinámico de valores digitales (resolución radiométrica). En la presente comunicación, aprovechamos este cincuentenario para analizar la evolución tecnológica experimentada por los satélites de observación de la Tierra en relación con su aplicación en el seguimiento de la cobertura vegetal.