Los sustratos tecnológicos o tecnosuelos, son suelos artificiales elaborados a base de mezclas de diferentes residuos no peligrosos, productos y subproductos principalmente de la industria agroalimentaria, que por la similitud de sus propiedades con las de un suelo natural pueden llegar a entrar en los procesos de formación del mismo.
Sus aplicaciones son variadas: las más usuales y con mayor interés son la mejora de suelos agrícolas agotados (enmienda orgánica) o la restauración de zonas degradadas (como pueden ser aquellas que hayan sufrido incendios forestales o en las que se haya llevado a cabo una intensa actividad minera).
En el Proyecto SUSTRATEC se desarrollaron tecnosuelos a partir de subproductos de industrias agroalimentarias con capacidad auto-fertilizante y de captación de contaminantes atmosféricos (NOx), gracias a la inoculación de bacterias encapsuladas dentro del propio sustrato. Estas capacidades permiten reducir la cantidad de insumos agrícolas necesarios a la vez que fijan distintas moléculas derivadas del nitrógeno, consiguiendo valorizar residuos, minimizar impactos ambientales y recuperar suelos degradados sin costes excesivos. Esta idea contribuye así a la consecución de un sistema sostenible apoyado en el concepto de 'Economía Verde y Circular'.
La innovación del proyecto radica en la inclusión de bacterias nitrificantes encapsuladas, capaces de fijar NOx y transformarlos en nitratos dentro del suelo, confiriéndole así una capacidad auto-fertilizadora.

Los ensayos realizados en CARTIF, se realizaron ensayos con distintas especies de estratos arbóreo, arbustivo y herbáceo (Pinus pinea, Retama sp y Onobrychis viciifolia), demostrándose que los individuos a los que se les añadieron los sustratos con bacterias tuvieron un mayor crecimiento que aquellos que tenían un sustrato sin ellas.